sábado, 22 de septiembre de 2007

Wilber Sánchez nos visita

Instrucciones para cambiar el mundo


Diga usted: pateme.
Regodéese con la sensación de la letra “p” cual silbato navideño que brota de sus labios. Escuche el ambiente: oiga el canto de los grillos, disfrute la tibieza del viento que le da en la cara. La palabra tiene que surgir de sus labios como un susurro amoroso.
Hay fuertes razones para pronunciar esa palabra bajo la soledad que brinda la medianoche. Pateme dijo algún hombre prehistórico y de las piedras que golpeaba surgieron unas chispas que dieron con la hojarasca seca.
En el capítulo VIII del Libro de las revelaciones, legado de de la cultura incaica, puede leerse:
― En la soledad de aquella gruta ¿Cuál es la palabra que por indicación de los dioses dijo Manco Capac?
― Pateme, dijeron al unísono los sabios, y esa fue una palabra que no pudieron descifrar, pero afirmaron que Manco Capac luego de haberla pronunciado ordenó construir Cuzco.
En una versión apócrifa del Corán se afirma que Mahoma dijo pateme antes de emprender la primera hégira a Yathrib, hoy Medina. Hay incluso quien afirma, con cierta temeridad, que el sabio Arquímedes exclamó: ¡pateme! y no ¡eureka! —como afirman los más conservadores— al descubrir el principio que lleva su nombre y con el cual comprobó que la corona del rey de Siracusa tenía menos oro del que debía tener.
Ahora bien: ¿conoce las instrucciones para cumplir con este viejo ritual?
¿No?
Se lo voy a decir, aunque, le aclaro, éstas han sido ligeramente modificadas en función de los tiempos y de las distintas culturas. Advertencia: no tendrá más que una sola oportunidad en toda su vida.
Tome una ducha relajante. Disponga del tiempo que desee siempre y cuando no rebase la medianoche. Disfrute de la ducha. Deje que recorran por su piel una a una las gotas de agua que caen de la regadera. Concéntrese. Sienta a plenitud cada gota que cae sobre su cuerpo. Después de secarse vístase con la ropa más cómoda que disponga. Un abrigo si es necesario para evitar el frío que pudiera distraerlo. Apague las luces. Escuche el canto de los grillos. Cierre los ojos, esto le permitirá escuchar con mayor precisión su propia voz. Calcule, sin mediar relojes, el momento adecuado que marque la medianoche.
Recuerde: si acierta en el tiempo usted puede ser uno de los hombres que marque el futuro de la humanidad. En su esfuerzo puede estar la recompensa que cambie para bien el destino que le ha sido marcado por las divinidades. De lo contrario, la muerte lo espera. Pisa usted terrenos celestes. Un error podría ser fatal y los dioses para este caso no dan segundas partes.
Tenga presente algo más: no importa su lengua materna, pateme es una palabra universal, la única que en el episodio bíblico del Génesis podría permitir, de haberlo sabido, la construcción de la mítica torre de Babel.
—¿Está usted preparado?
—¿Sí? Es entonces el momento adecuado. Diga: ¡pa-te-m-e!
—¿Ya?
Ahora responda:
—¿Cambió en algo el mundo?

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