sábado, 15 de septiembre de 2007

Héroe y suero


A Paco

. . .
Entro luego en ámbito de arenas evangélicas, veo sombras de manos y huelo el vibrante viático de mi Hermano.

DAVID HUERTA

Y así es como todo transcurre en mi visita al hospital: de arriba de la cama, la idea; de arriba viene la idea amarilla a buscar hospedaje a lo largo de las venas del héroe; viene en el nombre del cielo, cayendo gota a gota. Gota a gota desde la bolsa que pende de una cruz de brazos retorcidos viene, viene a buscar hospedaje; en el nombre del cielo toca a las puertas del inmenso, hermoso corazón de mi hermano el héroe.
Yo enumero entonces mis razones para admirarlo. Mientras el suero cae gota a gota, escribo de su destino. Mientras el suero cae gota a gota, medito en lo ambiguo de la frase, mientras el suero cae gota a gota, mientras el brazo del héroe se hace el fuerte.
Y está la ubicación, mi conciencia, el estado de los otros enfermos que comparten pabellón con el héroe, y deseo repetir la palabra hasta el cansancio, jactarme de mi juego, mientras gota a gota gota a gota.
Luego, la admiradora: una mujer bajita y muy coqueta que viene a cada rato a la cama del héroe mi hermano para admirarle el traje, la máscara invisible, la personalidad que pese a la cirrosis no se ha ido. La capa imaginaria le sugiere gozosos y altos vuelos y ve que han sido duras las caídas.
—Hasta dónde has caído, papacito —dice la nueva fan.
—Y todo lo que falta —responde el débil héroe. —Lo malo de la tierra se llama gravedad—murmura el héroe, me mira el héroe, reímos el héroe y yo, y el suero también ríe con nosotros.

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