lunes, 10 de septiembre de 2007

A ROACH IS A ROACH IS A ROACH



Había una cucaracha en el lavabo. Yo usaba tu cepillo —te beso así en tu ausencia en pleno derecho de amante abandonado—, lo tenía en la mano, ya con pasta cuando vi al animal de un café hermoso de vidrio de botella. “Animal y lámina” pensé, palindromándola en una secuencia de extraño inicio, no animado a matarla, mesmerizado por sus ojos falsos, curado de soledad por dos segundos. “A roach is a roach” me dije, me dijiste, alguien nos dijo y le puse la muerte en detergente. Después, en su estertor, mis dos manos la tomaron por sendas antenas y la arrojaron al piso en un lance de judo con lujo innecesario de violencia. Sintióse Samsa recién transformado pero ni aun el recuerdo de Kafka pudo evitar el borde de cubeta puesto con piedad sobre su cuello, haciéndole perder la cabeza por mí para que yo, el señor, pudiera lavarse tus dientes en paz.

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