miércoles, 10 de octubre de 2007

Mano



Estamos, Fer y yo, pensando en ir a comprar cerveza y polvo para empanizar el alma. Fer se emociona cuando ve desde el balcón que ya llega el vehículo de Marzo.
—Ya viene Marzo —me dice, en un juego que siempre nos da risa—. Qué raro porque aún es septiembre.
Llega Marzo y Fer me dice que ya es hora, que ya hay transporte.
—El número —le digo, y él me muestra la mano izquierda, que es donde anotó el número del polvero.
Desconfío de mi memoria.
—Préstame una pluma —mi voz, otra vez, urgiéndole.
Él se para, camina hacia la cocina.
—¡Chin, no está la tablita! —dice, pero toma una cacerola, la pone sobre la mesa; luego, un cuchillo. Y ante mis ojos abiertísimos, me da una mano blanca, pálida, sobre la cual los números se notan más fácilmente.

No hay comentarios: