viernes, 12 de octubre de 2007

Ellos y ella


Para Ángel Luna
y Ella


La primera visita se arregló por teléfono y Ella llevó unas manzanas y luego hizo un recorrido del Infierno, preguntando y curioseando con mucha familiaridad.
Más tarde, Ángel preguntó a Diablo si no tenía miedo de comer esas manzanas que podían estar envenenadas. Dijo que era muy tonta, que no había entendido su explicación de las clasificaciones del pecado y los nueve círculos del infierno.Que estaba loca, y sugirió que debían aprovecharla como personaje de cuento. Diablo, quien no se llamaba Diablo y usaba el nombre para darle gusto a Ángel, dijo que ya lo había pensado. Era la primera vez que la veía, no así Ángel, quien realmente se avergonzaba de Ella: pensaba que era una sirvienta, aunque Ella dijo que vivía con su madrina en una casa de dos pisos cercana al Infierno. Diablo la estuvo estudiando. En esa ocasión, la chica vestía un pantalón de mezclilla que tenía costuras a mano. Era fea, pero tenía una voz que a Diablo le sonaba familiar y desde el principio la identificó con una de sus ex compañeras de escuela; en ese entonces aún funcionaba el teléfono del Infierno y Ella hablaba a menudo preguntando por Ángel. Diablo ya la había invitado, pero Ella se rehusó a ir —sólo si está Ángel —dijo, y así fue, pero cuando conoció a Diablo (a quien ella no conocía como Diablo, por supuesto) Ángel pasó a segundo término, porque le había dicho que vivía ahí y ocultó que era casado; después le dijo que estaba haciendo un ensayo sobre Dante y por eso pasaba mucho tiempo en esa casa a la que habían convenido en llamar Infierno para que él, Ángel (quien realmente se llama Ángel, pero que es más diablo que Diablo), pudiera objetivar todos los lugares y que, además, le gustaba la paradoja de estar en un lugar así. Ella (se llama Eloísa, pero aquí es llanamente Ella) sólo entendió de esa explicación que el dueño del Infierno era lógico y, decepción o no, parecía querer sólo un lugar para visitar a alguien, quien quiera que fuese, siempre y cuando le inspirara confianza.
En la segunda visita ya no había teléfono. Cuando Diablo abrió la puerta, Ella preguntó por Ángel, pero Diablo contestó con la misma pregunta porque Ángel no se había aparecido en un buen rato. Ella se encogió de hombros y pasó y ambos supieron que Ángel se había vuelto un pretexto.
Esto fue lo que ocurrió después:
—¿No sientes calor? —dijo él.
—No —dijo Ella— Debe ser porque andaba en cueros.
Diablo vio su oportunidad.
—¿A poco no traes nada debajo? —dijo.
—Sí, ¡cómo crees que no voy a traer!
—Oye, mira esto —dijo él, acariciándole los muslos—: qué escondidito te lo tenías. ¿Haces ejercicio?
Él ya estaba pensando en la posibilidad de desabrocharle la blusa y ver sus senos, pequeños. Ella parecía no molestarse, quizá por la naturalidad con que él actuaba.
—Sí, hago un poco de ejercicio ¿me prestas algo de música?
Él dijo que no acostumbraba dar prestadas sus cosas, pero acabó dándole unos cassettes con la condición de que accediera a ser personaje de su cuento y luego la acompañó a la puerta. Ya en el pasillo, hizo alusión a su costumbre de no ponerse ropa interior.
—¿En serio no traes?—dijo ella.
—No —dijo él, pasándose una mano por las nalgas, indicándole así que ella pasara la suya.
—No es cierto —dijo Ella— sí traes.
Diablo aprovechó la respuesta para tirar de su bermuda y mostrarle sus nalgas.
—¡Cochino!—dijo Ella.
Él sintió deseos de mostrarle la parte de adelante, pero no lo hizo. En cambio, pasó sus manos por las nalgas de ella.
—Tú tampoco traes —dijo, aunque ya había sentido la pantaleta debajo del short de mezclilla.
—Y sí —dijo ella—, si quieres te muestro— pero lo único que hizo fue sacar un borde de su pantaleta.
—Ven —le dijo él, tomándola por los hombros, y poniéndola contra la pared, quiso acariciarle los senos, sobre la ropa, pero ella, quien ya había advertido su cambio de conducta, dijo que no le gustaba ser tocada.
—¿Te gusta que te vean? —preguntó Diablo.
—Sí.
—Desabróchate la blusa —ordenó.
—Pero no así ¿por qué?
—Acuérdate que vas a ser personaje de mi cuento.
—Sí, pero no quiero salir encuerada.
—Oh, no se puede: yo desnudo a todos mis personajes.
Ella, aunque rehusándose a aceptar, parecía querer hacerlo.
—Quiero ver tus senos —dijo él, y puso una mano sobre uno de sus pechos: el izquierdo.
—¿Qué haces?
—Déjame oír tu corazón. Estás asustada.
Ella tenía los ojos cerrados, dejándolo hacer. Él metió la mano bajo la blusa y la tuvo un rato, sin moverla, sobre el pecho de ella. —Sí, estás asustada —y luego la sacó. Quiso volver a meterla, esta vez para acariciar, pero ella no lo permitió.
—Ya lo hiciste —dijo.
—Esta mano es un poco sorda —dijo Diablo, y mostrándole la otra, la izquierda, pidió permiso para meterla, pero Ella dijo que no.
—Disculpa —dijo él— estoy llevando el juego muy lejos.
—¿Qué juego? —preguntó ella.
—El de hacer lo que se me pegue la gana —dijo él, y le abrió la puerta. Ella salió, prometiendo que le devolvería los cassettes. Él dijo adiós y regresó a la sala, pensando seriamente que debía estar loco para querer tener sexo con ella, pero le gustaba ese juego de reacciones anticipadas.
En la tercera visita (que él juzgó improbable, ya que creyó que nunca le devolvería los cassettes) ella le pidió prestados unos CDs, pero esta vez él dijo que no.
—¿Qué hacías? —dijo ella, olvidándose de la petición y fue a la computadora donde él trabajaba un cuento basado en la segunda visita de ella. Él le dijo algo al respecto y sonrió al recordarlo, luego buscó en el archivo un cuento suyo donde un personaje mata a su novia y le corta la cabeza para luego meterle el miembro en la boca. Era su pretexto para hablar sobre sexo oral. Ella lo leyó y cuando él cerró las puertas del cuarto que usaba como estudio y le dijo que le cortaría la cabeza, la chica fingió tener miedo. Él se sentó a su lado en el silloncito donde Ella se había acomodado. Ella se paró, luego él también. Ella volvió a sentarse y él, Diablo, se sentó en una mesita, frente a la chica.
—¿Te gusta el sexo oral? —preguntó.
—¿Qué es eso? —repondió Ella.
—Pues... es hablar acerca del sexo. Sí, eso es. Es grandioso, sí —dijo él, burlándose, haciendo un doblaje de sí mismo, pero ella pareció no entender ninguna broma. Entonces él le explicó lo del cuento. Él, para variar, traía la misma bermuda y le dijo que le iba a mostrar el miembro e hizo como que lo iba a sacar, pero ella se cubrió los ojos, luego contó algo como de que la habían violado y dio a entender que estaba traumada, que no le gustaba que la besaran en la boca, y que no le gustaba el sexo para nada. El dijo que la mejor manera de curarla era con una terapia sexual y empezó a acariciarle las piernas. Ella se puso muy nerviosa y dijo que mejor se iría. Diablo no dijo nada. La dejó ir y luego se sentó a la computadora a escribir lo acontecido en esa otra visita.
En la cuarta visita (esta de hoy) tenía preparado el escenario, pero Ángel tenía razón: esta vieja está loca. La tuve que forzar y luego se puso mansa o mensa o no sé pero ahora está ahí atrás, riéndose y viéndome escribirhuiudbbbbbbsaAS LA ULTI MAVISITA ES ESTA QUESTOY ESCRIBIENDO AORITANO SOY ANGEL NI SOY PABLO SOY ELOISA PABLO DEJO ENSENDIDA SU COPUTADORA MOSTRANDO LO QUE A ECHO DE NUESTRISTORIA BINE ABISITARLO YPABLO DIJO QUESTABA VBIENDO UNA PELICULENSU CUARTO ASIQUE LOACOMPAÑE SI ESTAVA viendo ua oelicula pornografica pero como quelacabavaDE PONER PORESO SE TARDO ENABRIR LA PPUERTA Y QUIZO QUE YO LA BNIERA Y YO NO QUISE Y LUEGHO MEINBITOA SENTARMEN SU CAM Y MEDIO CIONFIANSA PORQEPRQUE AUNQUE EL SE PUSO DIABOO NO TENIA CARA DE DIABLO PERO ME Jalob y me manosio a me metio me violo y luego quizo enseñarsu historia yensendio su computadora y se meocurio que yo podia termianr laistoria despuesdetodo era mia mistoria lo estuve biendo como escribia por un reato y cuado estaba confiado escribiendole corte la garganta con su cuter ese que tiene praa QUE SE LE QUITE LO DIABLOY CIANDO SE ESTAVA MURIENDOLE DIJE LO DE ANGEL QUE ABIA SIDOEL QUE NME BIOLO PRIMERIOI Y QYE TAMBIENOL ABIA MANDADO Al mero infiernmo pero ya no le poudepregubntar comosacar est de la coputardoa de todos modos niomporta estaistoria ternmina donde yo me llebo sus compac que ya no le ban a serbir

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